y en las aceras mataremos despacio el miedo a llegar tarde a algún lugar del que nunca nadie haya querido regresar, duermete lejana duermete, demasiado cobardes para morir al ultimo acorde del toque de silencio cierra los ojos para vivir, cierra los ojos para matar.
miércoles, julio 29, 2009
CALLA RAZÓN.QUE LOS ACTOS Y LOS SENTIMIENOS HABLEN POR SI MISMOS
El deseo de que arda todo. De arrojarme a las llamas. La sensación de que la vida me hiere, amargamente, que quiero destruirla, retorcerla, quemarla conmigo. Que quiero defenderme y devolver los golpes con tanta fuerza que corte todas las cabezas, que destruya y aplaste toda la perfección, toda la falsa calma, toda la ridícula belleza, todo el barniz superficial de la vida, su constante música burlona, sus colores, sus ropajes, sus escenarios, toda la parafernalia que nos engaña y nos ilusiona, prometiendonos voluptuosidad y descanso. Odio la guerra, esta guerra que es la vida y quiero tener la última palabra del horror, un horror tan grande que sea el final. Ah, el final, busco un final, estoy llena de banderillas y bramo y respiro fuego, estoy furiosa de tanta persecución y duelo, de tantas escenas de irónica elegancia. La ridiculez de nuestras escenas, nuestras guerras de encajes y terciopelos, nocturnas para aprobechar la oscuridad, musicales para exponer el alma desnuda, tan bellas para que vibren las fibras nerviosas y el dolor cale más hondo. Toda la vida, una lenta guerra y la quiero toda en una hora de horror, pero una hora que tenga un final. Quiero un final, aunque sea el desmoronamiento de las piedras, la calcificación de la carne, la sofocación de los gritos, el final, el final, el final. ¡Clamo a la muerte!.
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